Cuando la IA deja de ser una herramienta y se vuelve un riesgo: Lo que los casos recientes nos gritan a la cara

por | Dic 16, 2025 | Noticias Relevantes

¿Te acuerdas cuando nos decían que el peligro de la IA era que «Skynet» tomara control de los misiles nucleares? Qué ingenuos éramos.

La realidad nos está golpeando de una forma mucho más silenciosa y, honestamente, más dolorosa.

Esta semana he estado leyendo noticias que me revolvieron el estómago y que, como persona que trabaja en tecnología y diseño, no puedo ignorar. Seguramente viste los titulares: una madre denunciando a una empresa de chatbots tras la trágica muerte de su hija (manipulada y aislada por una IA) y, por otro lado, el retiro urgente de un peluche con IA que empezó a dar «consejos» peligrosos a niños.

Esto ya no es Black Mirror. Es la realidad de este martes.

El problema no es la tecnología, es el «Diseño sin Frenos»

Como diseñador UI/UX y estratega digital, siempre hablo de «humanizar» la tecnología. Pero hay una línea muy delgada entre hacer una interfaz amigable y crear una dependencia emocional tóxica.

Lo que estamos viendo con estos chatbots (como el caso de Character.AI y otros similares) es el resultado de diseñar para la retención absoluta sin pensar en la salud mental del usuario.

Piénsalo un segundo: Si tú diseñas una IA para que siempre te dé la razón, para que simule amor incondicional y para que nunca te contradiga, no estás creando un asistente. Estás creando una droga digital para personas vulnerables, especialmente adolescentes.

El chatbot no «siente», pero está programado para fingir que lo hace tan bien, que el cerebro humano (que busca conexión desesperadamente) cae en la trampa. Y cuando esa «conexión» te aísla de tu familia o te incita a hacerte daño, tenemos un problema ético monumental.

¿Un peluche que da malos consejos?

Peluche con IA da malos consejos

El otro caso, el del juguete retirado, nos muestra la otra cara de la moneda: la falta de supervisión en los modelos de lenguaje (LLMs).

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Se nos hizo fácil conectar ChatGPT (o similares) a todo. «¡Pongámosle IA a un oso de peluche!», dijeron. ¿Qué podría salir mal? Pues todo.

Si no pones «barandales» (guardrails) estrictos, una IA generativa puede alucinar. Y que un juguete le diga a un niño que haga algo peligroso no es un «bug» o un error de código cualquiera; es una negligencia de producto.

¿Qué nos toca hacer a nosotros?

Si tú, como yo, trabajas en el mundo digital, esto es un llamado de atención brutal.

No podemos seguir implementando IA solo porque «está de moda» o porque «vende».

  1. Ética en el UX: Si diseñamos flujos de conversación, tenemos que preguntarnos: ¿Esto ayuda al usuario o solo lo estamos volviendo adicto?
  2. Seguridad antes que Innovación: Antes de lanzar un producto con IA al mercado (especialmente si lo van a usar menores), las pruebas de seguridad deben ser paranoicas. No basta con que funcione bien el 90% de las veces. Ese 10% de error puede costar vidas.
  3. Educación (y mucha): Como usuarios y padres, nos toca entender que estas cosas no son personas. No tienen empatía, no tienen moral. Son predictores de texto muy avanzados.

No es miedo, es responsabilidad

No quiero que pienses que ahora odio la IA. Al contrario, la uso diario y me encanta. Pero precisamente porque sé lo potente que es, sé que no podemos dejarla correr sin supervisión.

Lo que pasó con esta joven y con esos juguetes es una tragedia que se pudo evitar. Que nos sirva de lección para que, cuando creemos o implementemos la próxima gran solución tecnológica, pongamos a la persona (y su seguridad) por encima del algoritmo.

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¿Tú qué opinas? ¿Crees que necesitamos regulaciones más duras para las empresas que crean estos «compañeros» virtuales?

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